Hola, soy Arty y Mr. Hueso me ha pedido que escriba unas líneas contando mi historia y anda que no tengo cosas que contar.
Intentaré ser breve.
Nací hace siete años. Encontraron a mi madre, la bellísima Vera, abandonada en una carretera. Y menos mal, porque a punto de salir al mundo que estábamos yo y mis siete hermanos. Conocí a mi human mi segundo día de vida y con ella que me fui cuando tenía dos semanas. A mi me pareció un poco pronto, aún tenía muchas cosas que aprender de mi madre y hermanos, pero bueno…
Pasaron los meses y llegué a la adolescencia y aquí voy a ponerme un poco serio. Un día tuve una mala experiencia en el parque, de repente me hicieron bullying un montón de perros a la vez. Eso a mi me afectó mucho y empezó el miedo.
No toleraba que se acercara a mi otro perro, no quería salir a la calle. Y yo sentía que mi human también comenzaba a sufrir mucho también. Nos retroalimentábamos, cada día íbamos a peor.
Así que un día, para ayudarnos, apareció por casa un “profesional”. Ja! Le dijo a mi human que los perros no sentíamos el dolor como los humanos, me puso un collar que se llama cordino e inició una perorata sobre dominancia y sumisión que yo soporté estoicamente aún sin saber la que me esperaba. Y venga que nos vamos a la calle, con ese instrumento de tortura en mi cuello, a exponerme de golpe a todos mis máximos terrores. Claro que sí.
Ahora ya no es que no quisiera salir a pasear, ahora directamente me orinaba encima cuando me ponían ese collar del demonio. Pelotudo. Vino un día más. Me puso un collar de pinchos (el cordino no había demostrado evolución en mi comportamiento, really?) y me arrastró con él por el pasaje de casa. Tal cual. Mi human le dijo que no volviera más.
Tiempo después las cosas seguían igual, pero uy! que apareció otro chico para ayudarnos. Y yo que lo vi y en ese momento decidí dejarme crecer la perilla, así llevo siempre conmigo un poco de todo el coraje que me inspira. Era Mr. Hueso con su servicio de asesoramiento para humans que necesitan ayuda para comprender a los animales.
Lo primero que hizo fue ponerme un arnés la mar de cómodo y que me hace un tipín de la muerte y una correa larguísima que me permite libertad de movimientos. Así sí. Y su discurso contenía palabras como convivencia, empatía, necesidades, confianza, comunicación, iguales. Así sí, así sí mil veces.
Y bueno, el camino fue largo, no os voy a mentir. Incluso un día, el día que la conocí, casi muerdo a la gran Rumba porque me parecía una insolencia que esa perrita quisiera acercarse a mí.
Pero no dejamos de intentarlo, una y otra vez. Y poco a poco empecé a descubrir cosas. Descubrí mi amor por los coches, sobre todo ajenos, y es que me encanta meterme en el de quién sea, me da igual, y si me dejan sentarme en el asiento del piloto, mejor que mejor. La paradoja de la libertad, ¿verdad, Mr. Hueso? (artículo protagonizado por Arty escrito en 2018)
Descubrí que el mundo no era tan pequeño como el miedo me lo había pintado y flipé. Descubrí que cuando me relajo puedo respirar, oler y olfatear y anda que no hay olores que molan en todas partes todo el rato. Descubrí que la calle no está tan mal… aunque os voy a ser sincero, estáis loquísimos, con tanto coche y tanto autobús, tanta persiana, tantos vidrios, tanto grito y tanta leche. Calmaos un poco, que la vida es mucho más sencilla que todo eso.
Y descubrí por fin como comunicarme mejor con otro perros. Todo feliz que estaba yo un día dentro de un taxi, nada más y nada menos, para ir por primera vez a un Paseo Feliz de Mr. Hueso. Oye, qué maravilla todos los colegas. Qué trotes y qué galopes. Qué buen rollo. Salí enamorado de la experiencia, quería más.
También empezamos a ir a La Manada del Hocico todas las semanas, que comparto con Tanque y otros amigos míos. Nos hacen juegos de oler cosas y luego intentar encontrarlas por sitios raros, os tengo que reconocer que a mi no se me da muy bien, pero estoy un rato con la pandilla, qué más puedo pedir.
Si hasta Mr. Hueso reconoce que ya soy muy capaz de ayudar a los nuevos perros que acuden a clase a comunicarse mejor, a estar más tranquilos y a apagar algún que otro fueguito si se enciende.
Qué bonito ha sido cambiar.
Ay! La foto! Se me olvidaba… Pues ésta mi foto premiada me la hicieron en uno de mis muchísimos momentos felices en los Paseos Felices de Mr. Hueso. A mi el agua no es que me guste demasiado, pero si veo que mis colegas se bañan, yo me meto también!