En un pueblito llamado Alagón vive mi familia. Javi y María dirigen el cotarro, Carlos con 14 y Pedro con 12 lo desorganizan y mi hermano Coco, un bichón maltés de aspecto adorable ve a sus humanos vivir como locos tumbado desde el sofá. Pero a este puzzle le falta la mejor pieza: YO. Me han llamado Nala, qué originales ¿verdad?, no les vamos a decir nada que son muy sentidos y ponen mucho interés en todo lo que hacen, pero con mi nombre no se han estrujado mucho el cerebro.
Llegué a esta casa desde una granja, soy una Border Collie de patas a orejas, y como buena pastora no me falta energía y cuido y vigilo a mi familia muy de cerca. No dejo que nadie se les acerque y aunque a ellos no les guste que yo haga eso, no lo puedo evitar. Me pongo muy nerviosa, son mi rebaño y tengo que cuidarles, sobre todo a Carlos. Gracias a él vivo ahora en este casa, voy a contaros su historia porque esa es mi historia.
Desde pequeño Carlos quería tener un perro y sus padres no se lo permitían, pero él sabe insistir a su manera y consiguió que Coco formara parte de la familia. Por circunstancias que ahora no vienen al caso, Carlos empezó a entrenar Agility y aunque Coco es muy muy listo y lo sabía hacer, también es un poquito vago y se quedaba dentro de los túneles tumbado esperando a ver si esos humanos le dejaban en paz y no le hacían correr más.
Carlos empezó a entrenar con otros perros y descubrió cuánto le gustaba el agility y el contacto con sus compañeros peludos, pero siempre tenía la ilusión de poder hacer esta actividad junto a SU PERRO.
Y…tachan!!!! Aquí estoy yo dispuesta a entrenar con Carlos, que dice que, aunque tengo dificultades propias de mi condición de pastora no me cambia por nada… ¿os han dicho alguna vez eso? ¿Que os quieren un montonazo a pesar de todos los errores que cometéis? Pues a mi sí, ea!
María que tiene en el cerebro una batidora funcionando todo el día, empezó a investigar cómo ayudarme para que la convivencia en casa, humanos, peludos y estrés tuviera algún punto de equilibrio y así descubrió otra pieza de este rompecabezas, una pieza enorme por el gran corazón que tiene, lo que nos ayuda y porque gracias a él ahora mis menús son de estrella Michelin y mi vestuario para el paseo (arnés y correa) muy cómodo: Mr. Hueso.
Sólo tengo 9 meses y medio cuando estoy escribiendo esta historia, como buena adolescente meto la cabeza por todos los sitios pero al mismo tiempo soy muy insegura, tiro de la correa, persigo coches y gatos y me pongo muy nerviosa cuando mi familia se empeña una y otra vez en pasear con otros peludos, creo que lo hacen por mi bien y gracias a Raúl me dejan tomarme mi tiempo para conocerles y poder pasear juntos, respetan si necesito espacio y me felicitan mucho cuando hago las cosas bien. Y después del esfuerzo me dejan descansar muuuuuucho, menos mal que ha aparecido Mr. Hueso porque en esa casa no hay descanso…pero a Coco y a mí nos dejan hacer siestas muuuuuy largas, eso da envidia ¿verdad?
Cómo veis mi historia es cortita porque aún quedan todas las hojas por escribir, soy pequeña todavía pero siento que en este puzzle en el que me ha tocado vivir voy a ser feliz y les voy a hacer muy felices a ellos , aunque ahora, como buena adolescente que soy me toque dar un poco de guerra , ¿no os parece?
Un buen lametón en toda la cara para todos y nos vemos en los Paseos Felices. NALA
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